Fecha: 16 de agosto del 2011. 20:00 horas.
Lugar: Teatro Universidad de Concepción.
Dirección: O’Higgins 650, Concepción.
La gran Orquesta Sinfónica de la Universidad de Concepción presentará el sábado 13 de agosto a las 19:00 horas, el Concierto Sinfónico Nº 7, Festibal Mozart, en el teatro de la casa de estudios. Como es usual en estas presentaciones, la orquesta contará con la participación de una rica y variada gama de exponentes de primer nivel.
En la oportunidad, el director invitado será Donato Cabrero de Estados Unidos.
PROGRAMA
Obertura de Rapto del Serallo
Selección de Serenato Posthorn para Cuerdas
Obertura de Don Giovanni
Sinfonía Nº 38 Praga
ENTRADAS
A la venta en boletería del Teatro Universidad de Concepción. Atención continuada de lunes a viernes de 12:00 a 20:00 horas.
Entrada $5.000
Convenios $3.000
Balcón $2.500
Estudiantes $2.000
NOTAS AL PROGRAMA
Felipe Elgueta Frontier
Durante la mayor parte de su vida, Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) residió en su ciudad natal, Salzburgo, sede de una corte arzobispal. Como músico al servicio de esta corte, Mozart debía suministrar música para los actos litúrgicos y para variadas celebraciones, entre ellas el fin del año académico en la Universidad Benedictina. La música orquestal compuesta específicamente para dicha ocasión recibía el nombre de Finalmusik. La primera Finalmusik compuesta por Mozart fue la Casación K. 63, escrita cuando el compositor tenía apenas 13 años de edad; la última fue la Serenata K. 320, escrita una década más tarde, tras un viaje a París y Mannheim. Mozart había acudido a aquellos importantes centros musicales en busca de mejores perspectivas de trabajo, propósito en el cual fracasó de manera rotunda. Sin embargo, las influencias artísticas recibidas fueron
notablemente benéficas.
El influjo del brillante estilo orquestal de Mannheim es manifiesto en la Serenata K. 320, tanto en sus crescendi de gran efecto como en la nutrida y colorida orquestación. La selección incluida en el presente programa se asemeja a la típica estructura de una sinfonía clásica en cuatro movimientos e incluye el famoso Menuetto que dio origen al apodo de esta serenata. El segundo Trio de dicho movimiento incluye un solo de corno di posta (posthorn en alemán) instrumento usado por los mozos de las postas de los siglos XVIII y XIX para anunciar las llegadas y salidas de carruajes y jinetes. Su aparición en esta serenata probablemente fue un guiño de Mozart a los estudiantes de la Universidad Benedictina: un recordatorio de que pronto podrían viajar de regreso a sus hogares para unas merecidas vacaciones. El corno di posta se había empleado muy ocasionalmente en obras de Bach y Telemann y, ya en los umbrales del siglo XX, reapareció en la Sinfonía N°3 de Mahler. Al ser un instrumento de tan poco uso en la orquesta, es común que su parte sea ejecutada con algún miembro de la familia de la trompeta (una rotary trumpet en el presente concierto).
Otro aspecto llamativo de esta serenata mozartiana es que, contraviniendo lo festivo de la ocasión, contiene un Andantino de carácter trágico, semejante a los movimientos lentos del Concierto N°9 (1777) y la Sinfonía Concertante K. 364 (1779). Este Andantino está escrito en la tonalidad de re menor, la que años más tarde asumirá connotaciones inequívocamente ominosas en Don Giovanni y el Réquiem.
Pocos años después, Mozart abandonó definitivamente Salzburgo, aburrido de la escasa y poco interesante vida musical de aquella provinciana ciudad, en donde los músicos profesionales no eran más que simples empleados de una pequeña corte. Abandonando el hogar paterno, Mozart se trasladó en mayo de 1781 a la gran ciudad de Viena, donde esperaba recibir el reconocimiento que su talento merecía. Uno de los factores decisivos para este “salto” fue la oferta de escribir una ópera en alemán para el Teatro Nacional. El título de la obra sería Die Entführung aus dem Serail, traducido habitualmente como El Rapto en el serrallo. Aunque el proyecto se vio retrasado casi un año por varias dificultades e intrigas, el estreno fue todo un éxito y le permitió a Mozart afianzar su posición en Viena, casarse e iniciar una familia.
El Rapto en el Serrallo es una comedia ambientada en Turquía en el siglo XVI. El argumento gira en torno al rescate de una doncella española capturada por piratas y llevada al harén (o “serrallo”) del bajá Selim. Cuando Mozart compuso esta obra, Austria y el Imperio Otomano llevaban siglos en conflicto, y los vieneses ya estaban familiarizados con las bandas militares que acompañaban a las embajadas diplomáticas provenientes de Constantinopla. La obertura del Rapto anuncia la atmósfera turca de la ópera incorporando instrumentos propios de estas bandas otomanas (triángulo, platillos y gran caja) y usando el flautín para evocar el chirriante sonido del zurna oriental. Interrumpiendo el brillante estrépito de esta “música turca” aparece una sección central muy seria, basada en el aria que abre el primer acto. En ella, el enamorado de la prisionera manifiesta su dolor y el anhelo de rescatar a su amada.
El triunfo del Rapto en el Serrallo marca el inicio de un período de febril actividad y bienestar económico para Mozart. Sin embargo, el genio de Salzburgo no retuvo por mucho tiempo la atención del caprichoso público vienés. Cuando estrenó su magistral ópera Las bodas de Fígaro (1786), no fue en Viena sino en Praga donde obtuvo el éxito que merecía. En una verdadera “figaromanía”, las melodías de la ópera se difundieron rápidamente en numerosos arreglos y podían escucharse en calles y plazas e incluso en las tabernas de la ciudad. Dado el entusiasmo del público praguense, el compositor viajó a la ciudad a comienzos de 1787 para dirigir personalmente una representación de Las bodas. Durante aquella visita, estrenó su Sinfonía N°38, conocida desde entonces como Sinfonía Praga.
La mayoría de las sinfonías de Mozart, Haydn y Beethoven que se escuchan hoy tienen cuatro movimientos, pero la Sinfonía N°38 consta de sólo tres, al carecer del habitual minueto. Se ha comentado mucho acerca de este hecho aparentemente tan inusual, pero lo cierto es que las sinfonías en tres movimientos eran comunes en la producción de otros compositores de la misma época. La Sinfonía N°38 se inicia con una introducción lenta, rasgo común en Haydn, pero que sólo encontramos en otras dos sinfonías de Mozart (Nos. 36 y 39). Se trata de una introducción inusitadamente extensa, rica en ideas melódicas y provista de un patetismo que anuncia el oscuro mundo sonoro de Don Giovanni. El inicio del Allegro trae otro cúmulo de materiales temáticos muy variados que luego se irán combinando magistralmente de manera contrapuntística. Esta asombrosa capacidad de integrar ideas muy diversas en estructuras muy complejas sólo será superada por Mozart en la coda de su última gran obra para orquesta: la Sinfonía N°41 “Júpiter” (1788).
El Andante central de la Sinfonía Praga tiene contrastes dinámicos y armónicos de gran dramatismo. Mozart despliega aquí una amplísima paleta de colores, lograda al alternar y combinar las cuerdas y los vientos con tanto ingenio y sensibilidad como en sus conciertos para piano de la misma época. El Finale, por su parte, puede haber tenido un especial significado para el público praguense, tan familiarizado con Las bodas de Fígaro: está construido en gran parte sobre un tema muy similar al nervioso duettino cantado por Cherubino y Sussana en el segundo acto de la ópera. Al igual que el Allegro inicial, este Finale plantea a los instrumentistas exigencias inauditas para su época. Dicho rasgo, tan propio de las orquestaciones de los últimos años de Mozart, surgió a raíz de su contacto con los virtuosos instrumentistas de viento vieneses. Aunque fue muy criticado por sus contemporáneos, este brillante estilo tuvo gran influencia en las últimas sinfonías de Haydn, así como en las obras orquestales de Beethoven y Schubert.
En su primera visita a Praga, Mozart no sólo dirigió su música, sino que también cosechó los máximos elogios como intérprete e improvisador al piano. Tanta aclamación llevó naturalmente a que se le encargara la creación una nueva ópera y, así, en octubre del mismo año, Mozart visitó nuevamente Praga para dirigir el exitoso estreno mundial de Don Giovanni. Esta extraordinaria ópera fue una de las pocas obras de Mozart que no cayó en el olvido durante el siglo XIX. La aterradora confrontación final entre el libertino e impenitente Don Juan y la estatua animada de su víctima, el Comendador, caló profundamente en la sensibilidad romántica. Para esta escena, Mozart creó la que es considerada la primera “música de terror” de la historia. Con esta música se inicia también la breve obertura, pieza tan elogiada por Wagner por expresar con medios puramente orquestales los aspectos esenciales del argumento de la ópera. El Molto Allegro que sigue a la siniestra introducción lenta puede considerarse un reflejo del nerviosismo que acompaña a las diversas aventuras y desventuras de Don Juan. La obertura original se enlazaba directamente con la primera escena de la ópera, pero el propio Mozart creó un final alternativo que es más conclusivo y es el más usado en los conciertos.
En septiembre de 1791, el compositor volvió nuevamente a Praga para estrenar su ópera La clemencia de Tito, escrita para las celebraciones de la coronación de Leopoldo II. Sólo tres meses más tarde, Mozart moría en Viena a la temprana edad de 35 años. Pocos días después, cuatro mil praguenses se congregaban para una ceremonia en su honor. Hasta el día de hoy, la capital checa no ha dejado de honrarlo como a uno de los suyos.
(Notas al programa del sitio web http://www.corcudec.cl)