Turismo en Concepción

Opera «Il Campanello»

Opera Il Campanello

Fecha: 4,5 y 6 de abril del 2013. 20:00 horas.
Lugar: Teatro Universidad de Concepción.
Dirección: O`Higgins 650, Concepción.

Il Campanello, una entretenida ópera en un acto de Gaetano Donizetti, será presentada por la Corporación Cultural Universidad de Concepción, Orquesta y Coro. Es la boda de la joven Serafina con Don Annibale Pistaccio, un anciano boticario. Esta unión desata la ira del primo y también pretendiente de ella, Enrico, quien promete venganza. Para ello, decide arruinar la noche de bodas aprovechándose de una ley que exige a los boticarios responder al llamado de la campanilla nocturna a toda hora. Presentándose disfrazado como petimetre francés, cantante disfónico y anciano con una receta fabulosamente extensa, Enrico se propondrá mantener separado a Don Annibale de su flamante esposa hasta la mañana siguiente, cuando el anciano novio deberá partir a un largo viaje. Con Ricardo Seguel, Rodrigo Navarrete, Marcela González, Andrea Betancur y Leonardo Navarro. Coro UdeC dirigido por Carlos Traverso. Dirección de escena de Gonzalo Cuadra. Diseño de escenografía, vestuario e iluminación de Marianela Camaño, Dirección musical de Giacomo Franci.

ENTRADAS

Las entradas se encuentran a la venta en boletería del teatro Universidad de Concepción. Horario de atención de 12:00 a 20:00 horas.

$5.000 general
$3.000 convenios UdeC
$2.500 balcón y estudiantes


Opera Il Campanello

NOTAS AL PROGRAMA por Felipe Elgueta Frontier

Il campanello y la química de Donizetti Estrenado en Nápoles en 1836, Il campanello di notte fue compuesto en los años en que Gaetano Donizetti (1797-1848) desplegaba su máximo poder creativo. Hacía poco había estrenado muchas de sus óperas más recordadas: las trágicas Anna Bolena (1830), Maria Stuarda (1835) y Lucia di Lammermoor (1835), y la cómica L’elisir d’amore (1832), que se había convertido en su ópera más popular. Pronto asomarían en el horizonte La fille du régiment (1840) y Don Pasquale (1843).

Cientos de producciones distintas y miles de funciones en toda Italia reflejaban una verdadera fiebre por las óperas de Donizetti, mientras que el estreno mundial de Marino Faliero (1835) en París demostraba que el fenómeno ya había atravesado fronteras. Una elocuente muestra de este frenesí fue la llegada a Nápoles de su ópera semiseria Il furioso en 1834. En un evento sin precedentes, los tres teatros principales la estrenaron simultáneamente, absorbiendo la atención de toda la ciudad durante semanas. Sin embargo, cuando Donizetti volvió a Nápoles a comienzos de 1836, la situación de esta urbe tan amante de la ópera era desastrosa: la mala administración había llevado al cierre de dos de los teatros; sólo el Teatro Nuovo sobrevivía apenas.

El panorama era especialmente desalentador para el compositor lombardo, quien había llegado a la ciudad escapando de una epidemia de cólera y cargando la tristeza de haber perdido en pocos meses a sus padres y a una hijita. Tras L’elisir (1832), Donizetti había preferido cultivar el melodrama romántico e incursionar menos en los géneros cómicos. Sin embargo, durante aquel oscuro año de 1836, se volcó a producir comedias operáticas breves, tal vez como un medio para recuperar su equilibro emocional tras tantas vicisitudes.

La primera de estas comedias fue Il campanello di notte (“La campanilla nocturna”), estrenada con éxito en el Teatro Nuovo de Nápoles. Contrario a su costumbre, el propio Donizetti elaboró no sólo la música sino también el libreto, y quedó tan satisfecho con el resultado que decidió repetir el experimento en una segunda comedia breve, Betly, estrenada apenas dos meses después, también en el Teatro Nuovo.

Los libretos de ambas piezas revelan la creciente conexión de Donizetti con el medio teatral francés. El argumento de Il campanello está basado en una comedia vaudeville del mismo nombre (La sonnette de la nuit). Al igual que el original francés, la versión de Donizetti contaba con diálogos hablados. El compositorlibretista incluyó además algunos pasajes en el dialecto local napolitano. Sin embargo, al año siguiente reemplazó los diálogos por recitativos, compuso una nueva versión del brindis nupcial, agregó un nuevo dúo entre Enrico y el boticario Don Annibale y adaptó todo el libreto al italiano para favorecer su difusión. Es esta versión revisada la que se ha representado hasta nuestros días. La partitura abunda en detalles hilarantes, tales como la aparición de la campanilla desde la obertura, unos burbujeantes pasajes silábicos declamados a velocidades endiabladas y una parodia a una famosa aria de Rossini. Se trata de la “Canción del sauce” de Otello (1816), entonada por Enrico al inicio de su “tragedia clásico-romántica”, pero con un texto adulterado por Donizetti (él ya había hecho una parodia de la misma aria en Le convenienze teatrali).

La campanilla nocturna es el arma de la venganza contra el boticario: por ley, él no puede ignorar su llamada. Con ella se desata la tóxica venganza anunciada por Enrico. Es esta venganza la que inserta tan brillantemente a Il campanello en una suerte de tradición de “óperas farmacéuticas” que se remonta a títulos como Der Apotheker (1768) de Haydn y Doktor und Apotheker (1786) de Dittersdorf. Enrico se presenta una y otra vez ante Don Annibale con un nuevo disfraz y nuevas emergencias médicas. En el clímax de la ópera, Enrico, disfrazado de anciano, describe la interminable lista de achaques de su esposa Anastasia y, acto seguido, procede a leer una receta infinita con los componentes más inverosímiles, algunos de los cuales realmente se usaban en la época e incluso se siguen usando en homeopatía. Hay plantas como el ombligo de Venus, el maná (una especie de fresno) y el ñame (tubérculo del género Dioscorea); productos animales como aceite de castor, polvo de cuerno y ¡ochenta! ranas, además de compuestos químicos con nombres propios de una época en que química y alquimia aún no eran distinguibles: la “mantequilla de antimonio” (cloruro de antimonio (III)), usada para cauterizar y limitar la gangrena, y el “etíope mineral” o “sulfuro negro de mercurio”, recomendado para expulsar gusanos intestinales y tratar enfermedades linfáticas (conocidas con el sugerente nombre de “escrofulosas”).

Al igual que en Lucia di Lammermoor, estrenada el año anterior, el argumento gira en torno a un matrimonio arreglado, aunque sin las consecuencias sangrientas de aquel trágico drama. En el texto de Il campanello, el rechazo de la novia hacia su anciano esposo se limita a una breve exclamación (“¡Ah, madre!”) cuando él comenta que es “hora de irse al lecho”. Enrico no es el amado a quien la novia añora (como el Edgardo de Lucia) ni el héroe que la rescata de un anciano pretendiente (como en Il barbiere di Siviglia de Rossini), sino un hombre celoso y vengativo decidido a arruinar la noche de bodas de su rival. El boticario tendrá que posponer sus anunciados planes de engendrar descendencia y dejar a “toda Nápoles llena de Pistachitos”; planes que se verán frustrados del todo en Don Pasquale (1843), cuya moraleja reza, curiosamente: “Está bien flojo de juicio el que se casa siendo viejo; disgustos y fastidios en cantidad sale a buscar con campanilla”.




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